Prisión feminicida mexicana

Escrito por Lizbeth Ortiz Acevedo y Arantza Díaz Ramírez para CIMAC Un reportaje dividido en tres partes. Ciudad de México.- El Centro Federal de Readaptación Social femenil número 16 en el estado de Morelos, se ha convertido en uno de los capítulos más violentos en la historia de México contra las mujeres y ni los escándalos mediáticos que evidenciaron torturas contras las internas, ni los documentos oficiales que lo avalan, ni testimonios de sobrevivientes, han sido determinantes para su inminente clausura, por lo que hoy se convierte en una cárcel para el ejercicio de violencia feminicida auspiciada por grandes capitales ligados al poder político y la cúpula empresarial mexicana. Actualmente, este Cefereso es el único centro penitenciario federal para mujeres en el país y considerado uno de los más grandes en América Latina, se ubica en el estado de Morelos, a unas dos horas aproximadamente de la Ciudad de México. Lo que sucede en el Cefereso 16 tiene dos responsables: Carlos Slim y el Estado mexicano. Con información pública del Gobierno de México del 9 de diciembre del 2024, la empresa asociada al adjudicatario de esta prisión es Capital Inbursa cuyo propietario es este empresario reconocido como un aliado del poder. Nexos que lo ha capitalizado con cada presidente en turno, desde Carlos Salinas de Gortari hasta Andrés Manuel López Obrador. Desde el 2022 en México se informó en medios de comunicación de una veintena de suicidios de mujeres internas del Centro Federal de Readaptación Social femenil 16 ubicado en Morelos, no obstante, hoy la situación rebasa cualquier evidencia publicada hasta el momento, porque las muertes violentas siguen ocurriendo con la misma incidencia desde que comenzó sus operaciones en mayo del 2015, a lo que se suma una política de escarmiento de Estado que incluye torturas, castigos, tratos crueles e inhumanos y violaciones a derechos humanos, todo esto, bajo un cobijo sistémico. Cabe señalar que para Jane Caputi y Diana E.H. Russell, precursoras del término femicide (feminidio) en Feminicidio. La política del asesinato de las mujeres, señalan que: «El feminicidio es el extremo de un continuo terror antifemenino que incluye una gran cantidad de formas de abuso verbal y físico: como violación, tortura, esclavitud sexual, incesto y abuso sexual infantil extra familiar, maltrato físico y emocional, hostigamiento sexual, mutilación genital, operaciones ginecológicas innecesarias, heterosexualidiad forzada, esterilización forzada, maternidad forzada, psico cirugía, negación de alimentos a las mujeres en algunas culturas, cirugía cosmética y otras mutilaciones en nombre de la belleza. Siempre que estás formas de terrorismo resulten en la muerte, son feminicidios». UN CONCEPTO PROCEDENTE DE LA ACADEMIA QUE PERMITE DARLE UN CONCEPTO A LO QUE SUCEDE EN EL CEFERESO 16. En este cautiverio de mujeres se han dado a conocer estos presuntos suicidios masivos de, al menos, 20 mujeres quienes habitaron este lúgubre espacio, pero lo cierto es que estas muertes violentas siguen ocurriendo y se desconoce el número preciso. El último registro fue notificado el 7 de febrero del 2025. Fue una mujer de nacionalidad colombiana, con ella se suman tres casos en el sexenio de Claudia Sheinbaum Pardo. Ahora, desde el término se están violando derechos porque no se puede afirmar que sí fue un suicidio sin antes realizarse una investigación con perspectiva de género. Este tipo de muertes violentas de mujeres apelan a la sentencia Mariana Lima Buendía emitida por la Suprema Corte de Justicia de la Nación del 2015, la cual exige que se presuma un delito aunque parezcan un «accidente» o «suicidio». Suponiendo que estos sí fueran hechos generados por las mismas internas, estarían relacionados con una estricta política de control al interior del Cefereso, la cual quiebra el espíritu de las mujeres quienes al ingresar son víctimas de estos castigos, tratos crueles e inhumanos. Por ejemplo, hemos podido documentar a través de testimonios de las mismas sobrevivientes, que al ingresar son aisladas completamente por varios meses, rompen sus lazos afectivos, restringen su movilidad corporal en espacios estrechos hasta la ansiedad y pánico, las alimentan con comida podrida, las hidratan con agua contaminada, les suministran medicamentos psiquiátricos a destajo provocando una población adicta y les infligen castigos degradantes e infamantes conocidos como “cuatro puntos” o “seis puntos”, en los que permanecen sujetas e inmóviles en una misma posición, hasta por una semana, esto mientras permanecen cercanas a sus deposiciones. Actualmente, este Cefereso es el único centro penitenciario federal para mujeres en México y considerado de los más grandes en América Latina, se ubica a unas dos horas aproximadamente de la Ciudad de México. Cuenta con una capacidad para albergar a 2 mil 528 mujeres pero tiene una población de mil 201. Ser mujer y vivir en reclusión exige una revisión distinta. De acuerdo con Documenta, en su informe El 5% importa. Situación de los Derechos de las mujeres privadas de su libertad, informaron que en México, dentro de las mujeres privadas de la libertad coexisten una diversidad de factores sociales: «Mexicanas y extranjeras, con condiciones de estancia regular e irregular; indígenas y afrodescendientes; jóvenes en edades laborales y mujeres mayores de 65 años, sin instrucción escolar y también con estudios superiores. Las mujeres que han sido sentenciadas en su mayoría es por posesión ilegal de drogas». Además, la situación de las internas está relacionada con lo informado en el Censo Nacional de Sistema Penitenciario Federal y Estatales (CNSIPEE), cuando documentaron que del 2020 a la fecha ha existido un recrudecimiento de la prisión preventiva sobre las mujeres, quienes tienden a permanecer bajo esta medida con mayor incidencia en comparación de sus congéneres, por ejemplo, en 2023 el 36% de los hombres fue imputado con esta medida cautelar; las mujeres en un 46.9%, esto representa 10 puntos porcentuales más. El 22% de estas mujeres esperará más dos años para recibir una sentencia y sólo el 19% esperará menos de 3 meses para terminar oficialmente la prisión preventiva -con una sentencia favorable o condenatoria. En este sitio facultado para la reclusión humana se aprecia una estética incolora e inodora, características propias para la neutralización absoluta. Cuenta con extensas y amplias estancias que recorren custodios fuertemente armados y ocasionalmente algunos visitantes quienes pueden perderse fácilmente por su configuración laberíntica, pero esta amplitud no es compartida con las internas, a ellas se les constriñe en su andar diario. La vigilancia es abrumadora. Por ejemplo, un equipo legal que ingresa al Cefereso 16 para encontrarse con su defendida debe pasar exhaustivos filtros de revisión y en cada uno de ellos son videograbadas mostrando en alto una identificación y así continuar al siguiente y al siguiente y al siguiente. Como visitante es intimidante el lugar. En el caso de las mujeres, les exigen no portar sostenes con varilla y en caso de acudir en días menstruales se verifica que el ingreso se haya dado sólo después de un cambio de toalla sanitaria, acto que será corroborado. Las entrañas de los visitantes serán analizadas a través escaneo biométrico y de rayos x. Si esto sucede solo para ingresar, la situación de las mil 200 internas al interior es degradante. Esta tortura de Estado contra mujeres también se hace acompañar de opacidad informativa, la cual no es fortuita, con ese ocultamiento se configura la asimetría de poder contra las internas quienes sienten un desamparo total. Además del horror que se difunde a través de las sobrevivientes resulta un mensaje ejemplificante y atemorizador hacia otras, para quienes se atrevan a atentar contra el orden político. Por tanto, la labor periodística para documentar lo ocurrido en el Cefereso 16 es titánica, cuando debería ser pública y de fácil acceso porque están a cargo de la vida y seguridad de estas mil 200 mujeres y además reciben recursos públicos de la federación. Según el Censo Nacional de Sistema Penitenciario Federal y Estatales 2024, el presupuesto ejercido por los centros penitenciarios y centros especializados fue de 39 mil millones 631 millones 595 mil 452 pesos. Del total 41.2% lo concentraron los centros federales y 58.8 %, los centros estatales. En cuanto al presupuesto ejercido destinado a la adquisición y mantenimiento de la infraestructura tecnológica para la seguridad y vigilancia, los centros penitenciarios y centros especializados ejercieron un total de 379 millones 652 mil 716 pesos. Viridiana Molina fue una de las primeras mujeres en ser trasladada al Cefereso 16. Ella fue transferida de Tepic en el estado de Nayarit hacia Morelos, para este propósito debió realizar un recorrido de más de 700 kilómetros para llegar al Cefereso 16. Narra en entrevista que ese camino: “Fue extremadamente violento y negligente”, pues ninguna de las internas contaba con algún tipo de expediente médico». El traslado perjudicó especialmente a mujeres con padecimientos crónico degenerativos. Pudo presenciar en ese primer traslado la muerte de una de ellas, “una señora de apellido Molina quien presentaba una enfermedad degenerativa”. Luego recordó a Blanca, quien antes de llegar a Morelos fue enviada a Tepepan donde perdió la vida: «No recibió medicamento, seguimiento y olvidémonos de quimioterapia», dice Viridiana. Luego en 2022 dio inicio la segunda ola de traslados masivos de más mujeres hacia el Cefereso 16, procedentes de distintas partes de México. Se supo que en este segundo capítulo murió Juana Ortiz, asesinada a golpes por los mismos custodios, “cuando intentaron sacarla de su penal” y también Guadalupe Merino, quien fue llevada a Morelos, sin ningún historial clínico, tenía principios de cáncer y aunque al llegar se pudo realizarse estudios médicos, falleció porque tenía metástasis, no recibió atención. La muerte comenzó a rondar entre las que iban sobreviviendo a los traslados para poblar el Cefereso 16. El ambiente era desolador. Viridiana narra que ella junto con sus compañeras debieron hacerse cargo de las exequias de sus compañeras quienes iban muriendo. «Los últimos cuerpos que recogimos, tuvimos que ponerlos [en ataúdes] arriba de botes porque el centro no dio los utensilios para poder velar a las compañeras. Están equivocadas cuando dicen que son 19 o 20 muertes, son 29 mujeres que han perdido la vida entre traslados masivos, negligencias médicas, enfermedades crónico degenerativas no atendidas, suicidios y posibles no suicidios.» Cabe señalar que el número de mujeres en el país que viven en condiciones de reclusión es infinitamente menor al de hombres. Según datos del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (Inegi) en 2022 había 233 mil 277 personas en México en alguna cárcel del país, de esos el 94.3% corresponde a hombres y solo 5.7 % a mujeres. Ahora, no solo la proporción exige una lectura de género, sino los tipos de delitos. Marcela Lagarde y de los Ríos, en Los cautiverios de las mujeres: madreesposas, monjas, presas, putas y locas, expone que muchas de las presas están ligadas a delitos contra la salud, por ser compañeras sentimentales de traficantes, es decir, su relación conyugal, filial, o materna con los hombres está en la base de la transgresión. Por tanto, hay un nexo entre mujeres y las determinaciones sociales y culturales del delito que se configura para que actúen como delincuentes y víctimas. Lagarde especifica que hay dos tipos de mujeres ligadas a las drogas: las que cometen delitos a lado de sus hombres y son detenidas junto con ellos, aquí hay que apuntar que no hay bandas narcotraficantes de mujeres, pero sí en todas hay hombres que las dirigen. Ellas no funcionan solas en esta célula delictiva. Y el otro tipo de mujeres ligadas con el narcotráfico son las que están conminadas al delito por un hombre preso quien trafica en la misma cárcel. Ellas introducen drogas a la cárcel amparadas en la visita conyugal. “Varias presas comentaron que antes de llevar drogas a la cárcel, no eran “malas”, pero que se habían animado a meter la droga por amor o por obediencia” donde su vagina sirvió de vehículo para introducir drogas a petición de su pareja que les exigió realizar el hecho. Para Marcela Lagarde y de los Ríos, el cautiverio de las mujeres se concreta políticamente en la relación específica de las mujeres con el poder y se caracteriza por la privación de la libertad y además determina al poder como la esencia de su cautiverio. Ser mujer y vivir en condiciones de reclusión exige una lectura desde la perspectiva de género. “La situación de las mujeres en prisión las hace más vulnerables por el doble abandono: primero, por su familia como una forma de reprocharle, en su condición de mujer, haber infringido la ley y haber sido etiquetada como delincuente, sin importar si el delito lo cometió por el bien de su familia. Segundo, por la institución penitenciaria, al no concederle condiciones para su encierro ni oportunidades para su reinserción social cuando salgan” (visitadora adjunta de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, Faviola Elenka Tapia Mendoza). primera de tres partes

2/20/20251 min leer

photo of white staircase
photo of white staircase

Contenido de mi publicación