HOY NOS DEJÓ DIANE KEATON

Hoy el cine resplandece un poco menos. Diane Keaton ha partido a los 79 años, dejando atrás un legado lleno de humanidad, excentricidad y autenticidad.  Desde el primer sorbo de pantalla, con esa voz frágil que sabía ser roca, Keaton nos enseñó que no hace falta esconderse tras máscaras perfectas. Era ella: torpe, sincera, divertida, impredecible. Fue Annie Hall, Kay Adams, la madre que intenta conectarse con sus hijos, la mujer que busca un poco de sentido en medio del caos. Se dice que murió rodeada de sus seres queridos, lejos del ruido, con calma que le fue esquiva tantas veces.  —¿Por qué vistes así? —le preguntó un joven camarógrafo en un rodaje de los 70, señalando sus corbatas masculinas y su estilo único. Keaton lo miró con esa mezcla de picardía y convicción: —Porque si no puedo sentirme yo misma aquí, no tiene sentido verme cada vez diferente solo para encajar. Fue su forma de rebelión silenciosa. No solo actuaba: vivía. No buscaba aplausos fáciles, sino verdades que marcaran. Escogía papeles que parecían íntimos, pequeños, que no gritaban sino que susurraban. Para ella, un buen papel era aquel que la hacía sentir desnudarse un poco cada vez. No aspiraba a agrandar su nombre, sino a ensanchar nuestra mirada. Cuentan que en sus últimos años buscaba paz en el silencio. Que decidió vender su casa ideal cuando su salud comenzó a declinar.  En su mirada contenía tantas puertas abiertas, tantos años de dudas y certezas entrelazadas. Hoy muchos lloran su partida. Actores, amigos, admiradores. Bette Midler la llamó “brillante, bella e inigualable”.  Su influencia será revisitada en las generaciones que descubran en sus películas no solo entretenimiento, sino refugio. La imagen de Diane Keaton seguirá viva en cada huella de corbata sobre mujer, en cada acto imperfecto que se atreva a ser sincero, en cada personaje que amamos porque nos recordó que la vulnerabilidad es fuerza. Hoy no queremos decir adiós, sino gracias. Gracias por mostrarnos que la elegancia no está en imitar, sino en atreverte a no ocultarte. Gracias por regalarnos personajes que nos acompañaron en días grises y nos hicieron sentir comprendidos. Descansa en el sitio donde las luces no se apagan, donde el aplauso ya no roe la piel, y donde el arte se convierte en paz.