Desaparece costoso proyector del Teatro Morelos y surge preocupación por el deterioro del recinto bajo nueva administración

Empresarios y habitantes de Toluca hacen un llamado urgente a la gobernadora Delfina Gómez Por Mireya Álvarez Toluca, Méx.– El histórico Teatro Morelos, orgullo arquitectónico y símbolo de identidad cultural para los toluqueños, atraviesa uno de los momentos más críticos de su historia reciente. La desaparición de un proyector de alta tecnología, valuado originalmente en más de medio millón de pesos, se ha convertido en el reflejo más evidente de la crisis de administración, transparencia y mantenimiento que enfrenta el recinto bajo la actual dirección encabezada por Salmai Ríos Jiménez. De acuerdo con fuentes internas, el equipo fue adquirido hace alrededor de ocho años como parte de un programa de modernización tecnológica impulsado por la entonces administración estatal. Sin embargo, pese a que sólo requería la sustitución de una lámpara valuada en unos 18 mil pesos, el aparato nunca fue reparado ni devuelto a su lugar. Hoy, su paradero es incierto. Aunque su valor actual se estima en poco más de 100 mil pesos, su pérdida representa no solo un daño económico, sino un golpe simbólico al patrimonio cultural del Estado de México. Un símbolo del abandono institucional El caso del proyector desaparecido no es un hecho aislado. Artistas, empresarios y trabajadores del sector cultural coinciden en que el Teatro Morelos vive un proceso de deterioro progresivo desde hace varios meses. Las bocinas defectuosas, luminarias dañadas, baños en mal estado y el notorio descuido en su mantenimiento general contrastan con el esplendor que tuvo el recinto tras su remodelación de 2019, obra realizada por el despacho Moyao Arquitectos, que lo dotó de tecnología de vanguardia en iluminación, acústica y diseño escénico. Hoy, los pasillos oscuros, los asientos desgastados y la falta de limpieza son testimonio del abandono. Quienes trabajan en el lugar aseguran que la administración actual no ha destinado los recursos necesarios para el mantenimiento básico ni para la conservación de los equipos adquiridos con fondos públicos. “El teatro era un orgullo para todos. Ahora parece que a nadie le importa”, comenta un técnico que pidió mantener el anonimato por temor a represalias. Restricciones y presuntas irregularidades A la par del deterioro físico, productores y promotores culturales denuncian prácticas poco transparentes en la asignación de fechas y el manejo de recursos. De acuerdo con varios testimonios, la administración del teatro justifica la negativa a ceder fechas argumentando que la agenda está saturada, aunque en la práctica los escenarios permanecen vacíos por semanas. Algunos empresarios afirman que se les ha condicionado el uso del recinto a “donaciones” al DIFEM (Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia del Estado de México), sin que exista claridad sobre el destino o la naturaleza de dichas aportaciones. Esta política, señalan, desalienta la programación de eventos y ha generado desconfianza entre artistas y organizadores, quienes perciben una falta de transparencia en la gestión del espacio público. A esto se suma una nueva regla impuesta recientemente: la venta de boletos sólo puede realizarse en taquilla cinco días antes del evento, una restricción que, según los empresarios, afecta gravemente la promoción y la viabilidad económica de los espectáculos. Antes, los periodos de venta podían extenderse hasta un mes, lo que permitía una mejor planeación y una mayor participación del público. El impacto cultural y social del abandono El Teatro Morelos no es un inmueble cualquiera. Inaugurado en 1969, ha sido durante décadas el principal escenario cultural del Valle de Toluca y uno de los más importantes del país. Por su escenario han pasado orquestas sinfónicas, compañías teatrales nacionales e internacionales, y artistas de renombre que contribuyeron a posicionar a Toluca como un punto de referencia cultural. Hoy, su deterioro afecta directamente al ecosistema cultural local. La reducción de actividades, el descenso en la asistencia del público y la pérdida de confianza de los promotores repercuten no sólo en la vida artística, sino también en la economía de la zona. Comercios, restaurantes y hoteles que dependían de la afluencia generada por los eventos culturales resienten la baja actividad del recinto. Además, la comunidad artística percibe la situación como un síntoma del abandono institucional hacia la cultura, una constante que se repite en otros espacios del estado. Para muchos, la falta de mantenimiento y transparencia en la gestión del Teatro Morelos refleja las carencias estructurales en la política cultural mexiquense: presupuestos limitados, rotación constante de funcionarios y poca rendición de cuentas. Un llamado a la gobernadora Delfina Gómez Ante la creciente preocupación, empresarios, artistas y habitantes de Toluca han hecho un llamado urgente a la gobernadora Delfina Gómez Álvarez para que intervenga directamente en la revisión de la administración del Teatro Morelos. Consideran que el recinto, por su valor histórico y cultural, debería ser objeto de una auditoría exhaustiva que esclarezca el destino de los recursos y la situación del equipo desaparecido. La exigencia ciudadana no se limita a recuperar el proyector extraviado, sino a rescatar el espíritu del teatro como espacio público, inclusivo y digno. “El Morelos no puede convertirse en un cascarón vacío ni en un espacio controlado por intereses personales o políticos. Es patrimonio de todos los toluqueños”, señaló uno de los empresarios culturales en entrevista. Entre la política y la cultura El caso ocurre en un momento políticamente sensible para el Estado de México. La actual administración estatal, emanada de Morena, ha prometido impulsar una gestión más austera y cercana al pueblo. Sin embargo, la situación del Teatro Morelos pone en entredicho la eficacia de esas políticas cuando se trata de preservar el patrimonio cultural. La desaparición del proyector, aunque pueda parecer un hecho menor frente a otros problemas del estado, se ha convertido en un símbolo de la tensión entre la austeridad gubernamental y la necesidad de invertir en cultura. La falta de mantenimiento y la opacidad administrativa evidencian la fragilidad de los espacios culturales ante los cambios políticos y la ausencia de continuidad institucional. Conclusión El Teatro Morelos, más que un edificio, representa la memoria viva de generaciones de mexiquenses. Su deterioro no sólo compromete un inmueble, sino una parte esencial de la identidad de Toluca y del Estado de México. La desaparición del proyector y las denuncias de irregularidades administrativas deben ser investigadas a fondo, no sólo para fincar responsabilidades, sino para devolverle al recinto el brillo que lo convirtió en orgullo nacional. Mientras tanto, la ciudadanía espera una respuesta clara de las autoridades. Porque en cada butaca vacía y en cada foco apagado del Teatro Morelos se refleja una pregunta más profunda: ¿cuánto vale realmente la cultura para quienes hoy gobiernan?

11/7/20251 min leer

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