Cuando una mujer madura

el mundo a menudo olvida su derecho a ser amada, Sin embargo, como la fruta, u dulzura reside en la madurez de su alma. Ella se erige como una reina, su amor como un regalo precioso, ofrecido solo a los corazones que realmente ven su valor. Una mujer es una planta tierna; en las manos del amor, florece, enraizada profundamente en su feminidad, un mar de misterios, insondable para los inexpertos en sus mareas, porque sus profundidades pueden acunar o consumir. Es poesía silenciosa, con sus intenciones veladas, una musa para el poeta que se atreve a desentrañar sus versos. Como el rocío, ella adorna la tierra con una fuerza silenciosa, tranquila pero atada a la tormenta, feroz pero frágil. En sus ojos salvajes, la magia se prepara, una hechicera tejiendo hechizos de seducción. Es una hechicera árabe, una diosa griega, su sonrisa es un sol radiante que domina las órbitas celestes. Con la edad, ella reúne la sabiduría de todos sus ayeres: un amante cuando se le da el corazón, una niña en sus lágrimas, generosa en su alegría. Reina como reina y baila como princesa, su química es un enigma sagrado, conocido solo por los corazones lo suficientemente valientes como para amarla de verdad. Rumi and divine love Tomado de la red

2/27/20251 min leer

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